Se mascullaba en la grada por la memoria de aquel Alcurrucén
con el que Julito Aparicio ascendió
hasta esa cota, altísima, desde la que lleva despeñándose unos cuantos años. Se
ha mentado aquel 6-J de 2008, el día de la resaca de la enésima venida del
Salvador de Galapagar, cuando El Cid debió –cual Thor con su martillo-
enarbolar su zocata en lo alto del escalafón para así dejar claro quién carajo era el
gallo del corral, y mira tú por dónde apareció de matute Perera y se convirtió
para nosotros en el clavo ardiendo que metería bulla, más si cabe, en la têtê de la course de los matadores en
ese momento.
Se han oído cuchicheos entre dientes también de ese Fandiño
que con su arrojo vizcaíno y su aiválaostia
insistente consiguió hacer de Las Ventas su Hamelin y seguirle cada vez que
sonaba la flauta.
Hoy los de Núñez se han ido con las pelúas puestas, cuando primero, tercero y cuarto (como mínimo) han
sido propicios para salir en volandas a hombros de capitalistas Alcalá para
arriba.
El Cid, que es como nuestro particular soldado Ryan al que
todos buscamos y nadie encuentra, ha sumado un sello más a esa cartilla de
racionamiento a la que ya nos ha mal acostumbrado (la oreja del año pasado fue
fraternal, como la propina de los Domingos de un padrino). Ha tenido dos toros
de triunfo, confortables para el toreo y propicios para el tercio de muleta,
bonancibles, francos, sin un reproche que echarles, sobre todo en su segundo, “Fiscal”
llamado, que según los auditores de Standard & Poor´s que habitan en los
mentideros era de rating Triple A, o sea, el toro de la Feria. Le ha faltado a la
corrida en general, y a esto burel en particular, parte del tercio de varas que
se ha recetado por exceso en anteriores corridas. Cruditos y sin ahormar
defectos se han presentado los morlacos a la muleta, síntomas que se han
enfatizado en este segundo de Manuel Jesús, que tras dos buenas tandas con la
derecha y al cambiarse de mano no ha sido capaz de acoplarse con este “Fiscal”
y ejercer el mando que ya había atesorado hasta ese instante.
Pedirle a Miguel Ángel Perera que sea escueto y práctico en
sus faenas es como ir al Burger King y pedir una ensalada. Mucho nos tememos
que después de la encerrona en ese Otoño venteño de hace ya tres años, con esas
cornadas a pares que para más inri se complicaron durante ese mismo Invierno,
Perera no volverá ni a tener la confianza que sólo la plenitud física te otorga
ni a combinar ese gusto por el toreo que sí posee con las correctas lecturas de
los terrenos y de las faenas a realizar. De hoy recordaremos el incalculable
tesón que ha derrochado con el que hacía quinto, manso de Cossío, porque ir más
allá es ponerse a cavilar y eso nos llevaría a hablar de arrimón y faena para
la galería.
Cuando entras en todos los quites, cuando pruebas a hacer
tus faenas en distintos terrenos según la demanda, cuando te tiras a matar como
el niño que hace bomba en la piscina, es entonces cuando creemos que ese guiño
de honradez sirve de salvoconducto para irse de la plaza de Madrid con barbilla
altiva. Sin llegar a ser un esteta con los trastos –que lo bueno es que él no
lo pretende- este Fandiño te engancha para que antes de terminar ya le eches de
menos, de que llegue la próxima visita suya. A este chico nada podemos
reprocharle hoy, a sabiendas de sus cositas a mejorar y de que por estos
predios le hemos visto más atinado en pasadas ocasiones.
Entretenida y solaz la tarde de hoy, así como el rato de
después de los toros con nuestros amigos David El Toro de la Jota, Pedro Dominguillos
y Josemi de Zaragoza, que, como los de Alcurrucén, también se han ido sin mucho
castigo pero han dado juego mientras han durado las fuerzas. A lo mejor por eso
nos ha parecido amena la tarde.
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