lunes, 24 de diciembre de 2012

Los progresos de Joselito




Gallito fotografiado por Baldomero hacia 1918 saliendo de su casa de Arrieta camino de la Plaza.



 Joselito, que vestía un “pijama” flamante, colocó en la mesa el recado de escribir, sentóse y dijo, sonriendo con amabilidad:

-      -A su disposición. Pregunte usté lo que quiera, que yo le contestaré con muchísimo gusto.
-      -¿A todo?
-      -¿Por qué no? A usté, a todo. Pregunte y lo verá.
-      -Pues vamos a verlo. ¿Le gusta a usted torear ganado chico? ¿Le exige usted toros chicos a las empresas?... Muchas gente lo cree. Dicen que como es usted el “Guerrita” de ahora, hace lo que “Guerrita” hacía. ¿Es verdad?
-       - Qué ha de ser verdá! Eas son cosas de los enemigos que tiene uno en la afisión. No es que yo baile de alegría si me suertan un elefante ni que yo pida elefantes… ¿Pa qué voy a desir una tontería? ¡Pero pedir ratones!... Si es “contraprodusente”, señor. Un ejemplo: Figúrese que le presentan tres platos de durse, uno muy grande, otro muy chico y otro mediano… ¿Cuá escogerá usté? … Er grande le estomaga y er chico no le deja satisfecho. ¿No escogerá er mediano, que le yena sin indigestarle? Esa es la mía: toros proporsiónaos, con edá, con cuernos y con tipo, que no sean montañas ni borreguetes.
-      - ¿Y si no hay toros proporcionados?
-      - Entre el chico y el grande, me quedo con el grande. ¿No ve usté que el peligro es iguá y que con el grande hay lusimiento y con el chico irrisión? Mire usté: los toros más grandes que he matao este año, menos uno, son los que han valío más parmas, y eran de Miura y Pablo Romero. Y el que no maté muy bien –uno de D. Eduardo que se lidió en Seviya y que pesó 411 kilos- “me se” resistió porque era un güey desde las puntas de los pitones hasta la penca der rabo. Y en cambio, lo más chiquitines.. ¡No me quió acordá! Seis purgas de Sartiyo, que me cabían por entre las piernsa, sin cuernos, sin carnes, como espátulas… Er público, indirnao, de chufla: “Míralo con telescopio”. “¡Qué seis fieras te vas a cargar!”. Y yo, cabreaísimo, sudaba sangre y me estaba viendo con una corná de las gordas ensima, porque cada bicharraco de aqueyos, por su podé y sus intensiones, tenía tanto que matá como seis toros. (…)
-      - ¿Y cómo ha “cogido” usted la muerte de los toros y ha corregido la colocación de la mano?
     - Y si le contestara a usté que no lo sé?... Eso de que me criticaran por levantar la mano me tenía rabioso. Yo, en una fotografía, había visto a “Frascuelo”, perfilado para matar, con la mano derecha a la altura de la frente y me defendí sitando esa fotografía más de una ves. Pero como continuaban criticándome, yo , que tengo mucho amor propio y que creo que to se aprende, bajé la mano pa herir… y empecé a chuparme una de disjustos que me quitaron hasta el apetito.
-      - ¿Por qué?
-      Porque con la mano en el tupé mataba yo más que el cólera y con la mano en el pecho mataba menos que un estornúo. Ni hería en su sitio, ni ahondaba, ni crusaba… Ya sabe usté que al meterse no se fija uno mas que en el morriyo y que se mueve la mano izquierda istintivamente… Pos bien: yo, al cambiar la colocación de la otra, no la podía mover o la movía mal, y figúrese el resultao. Pero como ensayé miles de veces –porque yo, que he nasío pa torero, quiero ser buen torero- , me fui sortando, sortando… y ya consigo darle gusto a la gente.
-       - Y a torear de capa, ¿cómo ha aprendido usted? Hace un año sus verónicas eran vulgarísimas. Y ahora…
Joselito vuelve a reírse.
-        - Ahora –exclama- se puen ver, ¿no?... Mi trabajiyo me ha cosato. Una para enrabiarme, y una para fijarme, y una de ensayar… Pero como to se aprende… En Saragosa –también eso ha sío bonito- le he dao a un toro ocho verónicas en una.
-      - ¿Cómo es eso?
-      - Mu sensiyo: no dejándolo ir. Le di la primera por la derecha, y al rematarla, teniendo al animá en los vueliyos der capote, bajé el braso derecho, levanté el izquierdo, giré un poco y di la segunda, y templando y empapando repetí la suerte, y así yegué a la ortava. Fíjese usté.
   Y Joselito coge un pañuelo y torea una res invisible, quebrando la cintura,moviendo con elegante lentitud los brazos y subiéndolos y bajándolos alternativamente para despedirla, sujetarla y recogerla, mientras explica su lección:
-       - ¿Ve usté? … La primera. Y ahora mu templaíto, la segunda; y ahora, toavía más templao, la tercera; y en seguía, ¡jú!, sin miedo, clavao, la cuarta; y después, lo mismito, con los pitones en el vientre, la quinta; y luego, duro con la sesta y la sétima, borracho uno mismo con ese entusiasmo que da er toreo, y , por fin, la ortava, porque er toro ya no pasó más… ¡Fue también una cosa presiosísima! Crea usté que, al menos el estilo, la grasia que ca uno trae ar mundo, se aprende tó.
-      - Y usted, ¿estudia siempre?
-      - Siempre. Yo creo que hemos nasío pa estudiar y progresar ca uno en lo suyo. Y así, yo tó el invierno ensayo.
-      - ¿Y no descansa usted?
-      - ¡Digo! Y me divierto. A mí lo que más me gusta, casi tanto como toreá, es acosá.  Tengo tres jacas maraviyosas. Una, que era del rey, y que le servía pa er polo a su reá majestá, torea ahora mejó que argunos banderiyeros.
-      - ¿Y descansa usted acosando?
-      - Acosando. Sí, señó.

(…)

-      - Se marcha usté? ¿No quiere usté hacerme er favó de armosá conmigo?
-      - Estoy a régimen. Perdóneme usted.
-      - Entonses… hágame usté er favó. Ponga usté que eso de desí que yo tengo orguyo… es una cosa fea. Yo no tengo orguyo porque yo no soy un tontaina y porque, desde que nasí, viviendo entre mi gente, que es muy humirdísima, estoy enamorao de la humirdá. Póngalo usté. 



Entrevista a Joselito "El Gallo", por J.Lòpez Pinillos, Parmeno, en su casa de la calle Arrieta, junto a la Plaza de Oriente de Madrid, publicada en el libro "Lo que confiesan los toreros", libro prologado por Joaquín Vidal (para leer un extracto del mismo pinchar aquí o aquí). Para leer la entrevista realizada a Juan Belmonte, publicada en este mismo libro, pinchar aquí.

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