jueves, 10 de enero de 2013

El último año de Joselito 'El Gallo'

Esta es una historia que comienza hace años, cuando un niño recibe de su padre un libro sin tapas, consagrado a la figura de Manolo Granero. En su interior, dos bustos que fascinaron al pequeño: los de Rafael y José Gómez, los 'Gallo'. Ese hecho hizo que ese chaval llamado Vicent Climent se interesase por el mundo del toro, afición que compagina en la actualidad con la escritura en materia taurina. Es por ello que le pidieron un artículo para una revista y decidió centrarlo en los días anteriores y posteriores a la muerte de Joselito 'El Gallo', en homenaje quizás a aquella estampa que recordaba del regalo de su progenitor.
«Busqué en periódicos y revistas de la época y pude comprobar que había mucho material, por lo que decidí completarlo con los libros que se publicaron sobre el tema en 1920 y 1921», explica Vicente Climent, natural de Castellón y maestro de profesión. Para ello pidió ayuda a su amigo y paisano Javier Vellón y decidieron publicar un libro 'Sangre azul torera. Joselito 1920' (editado por la Unión de Aficionados 'La Puntilla'). Además, para perpetuar la memoria de la dinastía, ambos han puesto en marcha un blog (http://lagraciatoreadora.blogspot.com.es) que actualizan dos veces por semana.
Comenzaron a trabajar en febrero de 2011 y la obra ha visto finalmente la luz en noviembre del pasado año. Los autores decidieron acotar el tema y centrarse en el año de su muerte, para conocer cómo llega a Talavera de la Reina y qué sucede después. «Teníamos un importante material periodístico en torno al fallecimiento del diestro, sobre todo columnas de opinión que reflejaban el estado de shock en que quedó una sociedad española sacudida por las huelgas y la inestabilidad política», argumenta Javier Vellón, profesor de la Universidad Jaume I de Castellón.
El libro comienza narrando la trayectoria del diestro a finales de 1919, cuando tuvo lugar su única incursión en América, en concreto en Lima, donde el público lo recibió con los brazos abiertos. «Resulta curioso que sus dos hermanos, Rafael y Fernando, habían cruzado el charco y sin embargo, José tardó mucho en hacerlo. Rafael debutó en la México en 1902 y en 1909 le concedió la alternativa a su hermano Fernando en la misma plaza», destaca Vellón.
Joselito 'El Gallo' toreó un total de 23 tardes en 1920. Sus triunfos más importantes fueron en Xátiva, Murcia y Écija, donde paseó rabos. También cortó orejas en Sevilla, Madrid o Barcelona, aunque no hubo un éxito rotundo. Nunca rehuyó de las plazas de responsabilidad y pisa tres veces Las Ventas y seis La Maestranza.
«Tenía 93 contratos firmados y ocho o diez más por ajustar», indica Vicent Climent. No obstante, Javier Vellón también recuerda que tanto Joselito como Belmonte comenzaron a sentir ese año la agresividad de los públicos. «Les acusaban de haberse acomodado, hasta el punto de que José le había planteado a su contrincante y amigo que era conveniente no volver a Madrid durante un tiempo», recuerda el autor.
Y es que se habla con frecuencia de la rivalidad entre Joselito 'El Gallo' y Juan Belmonte pero a los dos les unía también la amistad. Los autores consideran que ambos estaban en un punto donde sus conceptos del toreo tendían a complementarse. «Eran amigos dentro del ruedo pero en él competían, porque el de Gelves no dejaba ganarse la partida por nadie. Belmonte no fue a Lima ese año y aún así coincide quince tardes con él», subraya Vellón.
Joselito 'El Gallo' sufrió una cornada mortal el 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina, en un cartel en el que inicialmente no estaba anunciado. Lidió un mano a mano con toros de la viuda de Ortega con su cuñado, Ignacio Sánchez Mejías. El quinto de la tarde, 'Bailaor' le hirió de gravedad causándole la muerte. Los autores explican que España quedó consternada con la noticia. «Además, fue motivo para que la crítica taurina más mediática hiciera una revisión de los principios esenciales de la tauromaquia, su tragedia latente, la presencia constante de la muerte, algo que todo el mundo tiende a olvidar cuando transcurre un tiempo sin que ocurra nada», comenta Vellón.
«José llevaba el peso de la tauromaquia a sus hombros. Con las vías de comunicación tan rudimentarias que había en España iba a torear 120 tardes. Por ejemplo, de Jerez a Bilbao tardó dos días en llegar en tren. ¿Qué ser humano lo podía aguantar», se pregunta Vicent Climent.
Vellón también reconoce que el diestro era consciente de que las temporadas reposaban sobre su actividad y asumió la responsabilidad que ello conllevaba. «Lo hizo incluso en momentos durísimos para él. En ese sentido que va más allá de lo personal para convertirse en conciencia histórica es la que falta en las figuras de la actualidad, demasiado preocupadas por sus condiciones laborales y poco o nada por la situación complicada de la fiesta», apostilla el autor.
¿Pensaba en retirarse?
Es por ello que ambos apuntan a que posiblemente José Gómez estaba pensando en retirarse a finales de esa temporada o poco después. «Me aventuro a decir que José hubiera dado con el toreo en redondo de no haber fallecido. Así de rotundo soy -añade Vicent Climent- pues hay dos fotos en el libro tomadas en Lima y Écija dando sendos naturales en los que se adivina que tras ese muletazo hubiese ligado el siguiente».
El diestro se habría enamorado de la hija de Pablo Romero, pero la familia de la joven se oponía a que se celebrase ese matrimonio. «Los fracasos sentimentales, la muerte de su madre, la violencia de los públicos contra él, sus dolencias estomacales... Había ya un halo de tragedia en su existencia y su toreo había sido capaz de asimilar la evolución belmontista desde su concepción apolínea de la actividad taurina: clasicismo y barroquismo, los dos ejes del toreo moderno», asevera Javier Vellón.
Para publicar 'Sangre azul torera. Joselito 1920' los autores han buceado en archivos y hemerotecas. Confiesan que lo más complicado ha sido encontrar información en Lima. Por fortuna, se toparon por casualidad con un libro publicado en Perú en 1920 en el que se recogen cinco crónicas de cada tarde. Así, han ido ordenando cronológicamente los acontecimientos.
En el libro se narran en presente los hechos para darle mayor viveza y se huye de las opiniones personales. Como curiosidad, la crónica taurina no era similar a la actual en aquel momento. Los autores de la época reflejaban el número de capotazos, pases y estocadas con pocos adjetivos. «Lo que es curioso es que las revistas tenían su predilección por uno u otro y en los comentarios le daban leña al rival», sentencia Climent.
También les ha llamado la atención a los autores, al indagar en la figura de Joselito, que el teléfono era un lujo en la época al alcance de pocos, por lo que tras el percance de Talavera la comunicación con familia y amigos fue a través del telegrama. Por ello el Gobernador Civil de Toledo ordenó que funcionase toda la noche.
Toda una larga noche en la que la tragedia consternó todo un país, consciente quizás en ese momento de lo que significaba realmente ser una figura del toreo. 
 hoy.es

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