lunes, 23 de noviembre de 2009
«Prohibir los toros atenta contra la libertad» Pere Gimferrer _ Miembro de la Real Academia Española
POR SERGI DORIA
BARCELONA. La idea del Manifiesto surgió de la Plataforma en defensa de la Fiesta que impulsan en Barcelona Rosa Gil y Lluís Corrales. En la Feria de la Merc_ del pasado mes de septiembre, Pere Gimferrer unió su firma a la de un centenar de personalidades de la cultura en defensa no sólo de las corridas de toros, sino de la libertad individual. Un llamamiento dirigido «no sólo a los aficionados, sino a todos sin excepción: taurinos, antitaurinos e indiferentes ante la fiesta de los toros. Queremos recordar a todos los catalanes que con la prohibición de la fiesta de los toros lo que podría ser prohibido es una parte de libertad, es un espacio de libertad lo que todos perderíamos». La tentativa de prohibir por ley desde el Parlamento autonómico una fiesta tan arraigada a Cataluña le parece al poeta catalán y miembro de la Real Academia Española «un disparate».
-¿Por qué esta obsesión por enajenar los toros de la cultura catalana?
-Demuestra un desconocimiento profundo no sólo de la cultura ibérica -española y portuguesa- o la francesa, sino de la propia cultura catalana y de la historia de su sociedad. Y si hablamos de la sociedad política, recordemos que Macià y Companys presidían corridas de toros en los años de la República; la Fiesta se remonta al siglo XIV y la pintan Fortuny, Ramon Casas, Miró, Dalí, Tàpies, Guinovart -que acaba de exponer en la Fundació Vila-Casas-, Barceló... Unos símbolos del catalanismo cultural que alguien atribuye falsamente al españolismo y la derecha. En el caso de Miró tenemos un cuadro de 1925, titulado «La corrida de toros» y una foto de Català-Roca donde el pintor aparece en una plaza con montera y capote; el famoso «torero alucinógeno» de Dalí, la cubierta que Tàpies realizó en 1977 para «El toreo» de Bergamín, los cuadros taurinos de Miquel Barceló... Afirmar que los toros son de derechas es ridículo si contemplamos una imagen de los tiempos de la Transición, con Alberti y Bergamín en la plaza de las Ventas, o a Picasso -que era comunista- con Jean Cocteau -que era más bien de derechas- en los tendidos de Arles. Y ahora me viene a la memoria uno de los principales libros sobre los toros en Cataluña, publicado por una editorial donde estaba Josep Bargalló, de Esquerra Republicana.
-Y García Lorca, gran amigo de Sánchez Mejías, aquel torero culto y poético...
-¡Toda la Generación del 27, menos Cernuda, era taurina! Y no es una cuestión de lugar de nacimiento: Cernuda era sevillano y antitaurino.
-¿Es usted un gran aficionado a los toros?
-He seguido la Fiesta desde que era una criatura. Escuchaba en la radio las crónicas de Julio Gallego Alonso y luego leía sus reseñas: fue un histórico de la crónica taurina, maestro del crítico Juan Soto Viñolo.
-A la alergia por lo español se une el sufrimiento del animal...
-Se habla de los toros pero nadie ataca la caza, o la fiesta de «correbous"». Lo del sufrimiento del animal es otra coartada para disimular la intencionalidad política que guía la prohibición de la Fiesta. En Cataluña nadie tocará los «correbous» por razones electorales fácilmente imaginables: sucede en otros lugares de la geografía española, como la caza del toro de Tordesillas. No sé si ha leído un magnífico artículo del escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol en defensa de los toros publicado en el diario Avui...
-Sí que lo he leído. Afirma que si queremos ver el sufrimiento y la muerte de animales de forma industrializada y obscena vayamos a los mataderos y que lo que nos solivianta y escandaliza realmente es que los toros expongan a la luz pública la realidad de la muerte en una sociedad hedonista y farisea como la que padecemos. También dice que está emergiendo «un neopuritanismo falaz que se infiltra porque lleva la etiqueta de izquierdas» En ese caso... ¿Somos víctimas de un Comité de Salud Pública resuelto a imponernos la virtud manu militari?
-Es una tentación que ha pervivido desde la Revolución Francesa: imponer la virtud y hacer de ella, en lugar de una opción, una obligación.
-Al final lo que nos queda es la libertad individual, que es lo que usted defiende...
-El principal argumento es ese: nadie está obligado a ir a los toros y mucho menos a torear. La iniciativa de prohibirlos limita la libertad del que hace algo porque lo desea y no obliga a otros a hacerlo. Por ejemplo, yo detesto el fútbol, e incluso veo en sus manifestaciones gérmenes de fascismo... ¡Pero lo que nunca se me ocurriría es pedir que lo prohíban!
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1 comentario:
Donde viene escrito lo de la libertad de disfrutar de matar ...en los derechos humanos ? Si es asi vale eh!
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