En este repaso por la particular historia conquense, recogemos el festejo taurino celebrado en Cuenca en 1899 en pleno mes de diciembre, previo a las navidades. Una fecha nada común para el arte taurino, aunque la ocasión merecía la pena, puesto que se trataba de un festejo a beneficio de la Casa de la Beneficencia, que en ese momento atendía a 384 personas.
Fachada de la antigua Casa de Beneficencia. / PASCUAL
La tarde del 3 de diciembre
El festejo excepcional del que hacemos referencia se celebró el domingo 3 de diciembre de 1899, a beneficio de la Casa de Beneficencia, que por aquellos años contaba con 384 acogidos de todas las edades, y estaba tutelada por la Diputación Provincial, que pasaba alguna dificultad. Aun así, “la comida era abundante”, como recogía “La Reforma” en un reportaje sobre “La Casa de Misericordia”, para salir al paso de los comentarios callejeros.
La corrida de novillos fue amenizada por la Banda Provincial de Música que dirigía el maestro Cabañas, que dependía de la Diputación, donde incluso contaba con un kiosco en sus jardines. Tanto la Banda Municipal que dirigía Agúndez, como la Provincial, actuaban todos los sábados, alternado en el Paseo de San Fernando y en la Glorieta de la Diputación. En este festejo del 3 de diciembre de 1899, actuó el novillero vallisoletano Julián Fernández Martín “El Salamanquino”, con dos novillos del ganadero Ortega. La croniquilla de la revista “Cuenca”, en su número 3, del 9 de diciembre de 1899, va firmada por “El Puntilla”. Dice así: “La corrida celebrada el domingo en esta plaza puede calificarse de buena por el ganado. Los dos toretes lidiados, del Sr. Ortega, estaban bien criados y fueron bravos, no obstante lo avanzado de la estación. En la lidia de los mismos no vimos nada de particular, ni un capotazo ni un par de banderillas, y hasta la brega hecha en el primero por uno de los banderilleros, y que algunos aplaudieron, estuvo de más por inoportuna, pues no se necesitaba para la suerte del torete. Al espada, “El Salamanquino”, en vez de torear a los toros, le vimos constantemente toreado por ellos. A su primero, que aunque se quedaba un poco y alargaba la gaita, no se traía nada, no lo supo manejar. De estos toros se apodera uno al momento empapándolos y tapándoles la vista con la muleta antes de darle la salida.Murió de un volapié caído”.
Pese al carácter benéfico del festejo, “El Puntilla” hacía honor a su firma: “En su segundo toreó como en el primero, no solamente no dio ningún pase que mereciera el nombre de tal sino que ni aun se perfiló para darlo. Era un toro que tenía la cabeza levantada de puro bravo, y en vez de trastearlo por bajo para arreglarlo, no hizo más que pasarlo por alto. Le atizó dos estocadas contrarias caídas que no eran de cuidado. Menos mal que acertó descabellándolo a pulso a la primera. Sr. Julián, que ese no es el camino para llegar a tomar la alternativa en Madrid”.
La mejor laudatoria fue para la Banda de Música: “Un aplauso a la banda provincial por lo bien que tocó en el redondel antes de comenzarse la corrida, y otro a su director, Sr. Cabañas, por lo acertadamente que la dirigió y por los adelantos que ha conseguido con la misma”.
Cuenca ha tenido cuatro plazas de toros
Para los amantes de la historia local recordamos que Cuenca tuvo una primera plaza de toros entre los terrenos del edificio de la Agencia Tributaria, en la esquina del Parque de San Julián y de la antigua sede de ICONA, hoy Recaudacion, conocida como la plaza del Pintado; la segunda fue “La Perdigana”, que estaba situada en terrenos de La Ventilla, en el solar que fue Cine Xúcar y actual tienda Mango. La tercera plaza de toros que tuvo Cuenca fue la de Caballer, en terrenos de Casa Blanca, inaugurada el 5 de septiembre de 1913, que duró poco más de siete años al fallar la cimentación, y el cuarto coso taurino es el actual en la Avenida Reyes Católicos, inaugurado el 5 de septiembre de 1927. Algunos festejos “fuera de temporada” se habían celebrado en octubre o en febrero, pero es la primera noticia que tenemos de uno en diciembre.JOSÉ VICENTE ÁVILA
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