El ansia por encima del juicio. Las ganas pudiendo al sentido común. La afición sometiendo a lo bien hecho, que además bien parece. La senda del ya voy que desemboca en la casa del nunca. Los árboles no dejan ver el bosque; los olés no dejan ir más allá.
Contundente la respuesta, again, de la afición de Madrid al intento qatarlán de legislar la conciencia, de discriminar sentimientos, de empapelar toda España con afiches de una paisito tan pequeño que desde un campanario se ve otro campanario, guardiolamente hablando, claro. Se nota que nos puede el regusto de volver donde perjuramos no volveríamos, el deseo de revivir momentos toreros que acaso nunca más allá de nuestra cándido ensueño fuesen concebidos.
Pero los toros siguen sin aparecer, ni siquiera los del Puerto llegaron a buen ídem.
Manuel Jesús, ese que una y otra vez se dispara en la manoletina desde el día después de la enésima venida del Salvador , allá por el 5-J de 2008, justo después de atacar la cumbre de un escalafón que dictatorialmente su zocata a sus anchas gobernaba, justo cuando más próximo ha estado nunca de abrir veta y época en el toreo. Ese que su cuadrilla y su callo hacen que las migas que nos da también sepan a pan de hogaza, toreo como el nenuco: pocas gotas, olor intenso, duración efímera, Pompito de jabón. Fuera de cacho. Desenfocado.
Castella y Perera, Miguel Ángel y Sebastián. Propiedades asocia y conmutativa (el orden de los tractores no altera la cosecha) en otros otoños se quedaron, es posible que incluso en alguna otra primavera.
Para leer una crónica de alguien que sí estuvo, o para disfrutar de la de alguien que es como si hubiese estado.
La foto es de Juan Pelegrín para la web de Las Ventas.
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