lunes, 2 de julio de 2012

La tierra que mana bravura

 La ganadería de Victoriano del Río cría en Mayorga los toros que seleccionan las figuras más importantes

Un reburdeo seco corta el eco en la inmensidad de un frondoso valle que se antoja excepcional en el océano cerealista de la Tierra de Campos. El ronquido bajo, agresivo, retumba como un 'run run' en el bautizado como Monte de San Martín. Es 'Desgarbado', un precioso toro al que Miguel Ángel Perera perdonó la vida para convertirlo en semental, el que se oculta entre el vergel que conforman siete valles. Hasta aquí llegó procedente de Dax, curaron sus heridas y entró a formar parte de la élite ganadera, de esos once sementales que cada año consiguen las corridas que se disputan las figuras.
Es el milagro de la bravura, de la embestida con clase, codicia y nobleza. Y mana aquí, a escasos kilómetros de Mayorga, una localidad terracampina de 2.000 habitantes que desde hace cinco años tiene el privilegio de contar en su término municipal con una de las divisas más cotizadas del panorama actual; Victoriano del Río.
José María Manzanares, 'El Juli', Talavante o el mismísimo José Tomás seleccionan cada año para cosechar sus triunfos los ejemplares que se crían en la Tierra de Campos. Aquí paren cada año 250 vacas con procedencia predominante de Juan Pedro Domecq, en una finca de 750 hectáreas que desde un principio reunía las condiciones que el ganadero madrileño buscaba para su ganado.
«La vimos por internet y cuando vinimos a verla era una tercera parte de monte, otra tercera parte de regadío y una tercera parte de secano. Era lo que buscábamos para traer parte de la ganadería de Guadalix de la Sierra, salir de Madrid, buscar tranquilidad», comenta Ricardo del Río, uno de los hijos de Victoriano del Río.
El principio
Con las treinta vacas en un primer viaje y 750 hectáreas (550 en propiedad y 200 en alquiler al municipio), la divisa comenzó a formar una finca a su gusto. El vallado «cómodo y práctico» para el manejo del ganado y más de ochenta puertas dividen los corrales y cerramientos, bajo la supervisión del mayoral, Miguel Ángel Díez.
De las 320 crías que tienen cada año (entre la finca de Mayorga y Guadalix), la mitad suelen ser machos, que se crían en Mayorga hasta que son utreros (tres años). Una vez criados, y a falta de un año para ser lidiados, se transportan a la finca de Guadalix, el «escaparate», donde se preparan físicamente para el momento de la lidia con un entrenamiento dos días a la semana que consiste en correr cuatro kilómetros. «Así los tenemos con una forma física normal y aguantan mucho mejor el esfuerzo de la lidia». Especialmente en momentos como los que vivirán en unos días, cuando corran el encierro de San Fermín y afronten la posterior corrida.
En el caso de las hembras, cuando cumplen dos años se trasladan a Madrid para que toreros como Juli, Perera o Ponce prueben su bravura en el caballo y en la muleta. Para que reciban el visto bueno como madres, tienen que sumar 21 puntos entre los tres factores que se miden; caballo, bravura y clase. Solo un 15% de las 160 hembras que nacen cada año superan la prueba. «Para poder vender los toros en plazas importantes y dar respuesta a la demanda de las figuras hay que hacer una selección muy grande Buscamos que tenga duración, bravura en el sentido más amplio de la palabra, en la pelea del animal hasta la muerte, en todos los tercios», explica Ricardo del Río.
De ese 15% de vacas de vientre o madres, una parte regresará a Mayorga para criar. Aquí, de momento, no cuentan con plaza de tientas. Sí hacen en cambio uno de los dos herraderos. Las fincas vallisoletana y madrileña se compatibilizan. «La alfalfa que producimos aquí va también para Madrid, y los novillos que nacen en Madrid con un año también los traemos a Mayorga para que coman los pastos, se crían aquí todos hasta los tres años».
Arnedo, Sevilla, Madrid, Valladolid, Pamplona, San Sebastián de los Reyes, Nîmes y Arles son algunas de las plazas que este año lidiarán algunas de las 15 corridas que conforman la camada. Las cuatro orejas de Manzanares en Sevilla o los triunfos de Talavante en Madrid colocan este año a la ganadería en la cumbre. «Tenemos mucha responsabilidad de que salga todo bien. Cuando triunfan los toreros el triunfo es suyo, pero cuando fracasan, es de los toros…», comenta del Río con gesto risueño.
Mayorga es así testigo de los triunfos de una de las ganaderías más cotizadas. «Un orgullo, porque los toros que nacen aquí están yendo a plazas donde están las máximas figuras», resume el alcalde, Alberto Magdaleno. 
 
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