martes, 27 de noviembre de 2012

Un sector en busca del relevo generacional en los tendidos

 El espectáculo taurino analiza fórmulas de renovación para atraer público a las plazas

La llamada Fiesta Nacional, esa que fue en su día un tercio de la marca España basada en 'sol, playa y toros' pasa por momentos difíciles. La recesión aprieta y los gastos en ocio disminuyen. El mundo taurino de pago sufre las consecuencias. En los cinco últimos años la cifra de espectáculos ha disminuido casi a la mitad y muchos de los profesionales del sector, los matadores, apenas tienen ocasión de demostrar su arte y después pasar el invierno con lo ganado durante el estío, los meses donde se concentran estos eventos. El Norte de Castilla ha reunido en los salones del hotel Novotel El Palero a representantes del sector para conocer las esperanzas, anhelos, dificultades e ilusiones de un sector de la actividad que tiene mucho de tradición y de cultura, pero también es un negocio.
A la cita organizada por la agencia Comunicación Profesional y El Norte de Castilla con el patrocinio de La Caixa Empresas han acudido el gerente de la plaza de toros de Valladolid, Ángel Gallego, el matador de toros vallisoletano Leandro Marcos; Moisés Fraile, de la ganadería de El Pilar y Carlos Santoyo, director del programa Grana y Oro de Castilla y León Televisión y director de 'El Diario Palentino'.
Patrimonio nacional
«Este es un patrimonio nacional muy importante que se ha movido en todos los ámbitos. La pintura, el cine, la cultura... –comenta Ángel Gallego–, pero todo ha cambiado como consecuencia de la situación económica del país. Este es un espectáculo caro y la juventud se ha quedado fuera. Eso es lo que hay que mover, porque la gente de la Tercera Edad se acaba. A las plazas de toros, como a las iglesias, ya solo vamos los mayores», apostilla.
–¿Por qué es caro si la materia prima, el toro, no ha subido de precio?, pregunta el moderador.
–«El número de espectáculos ha disminuido y saco precios similares a los del 2001. El pienso ha subido al doble», explica Moisés Fraile. «Mis toros consumen un millón de kilos de pienso al año. Los costes han aumentado y los precios se mantienen. ¡Y soy un privilegiado!, porque mis toros se lidian y no se lidia más de un 10% de los que hay en España. El resto va al matadero. Habrá empresarios taurinos que no ganen, incluso alguno que pierda dinero, pero quien se arruina es el ganadero», asegura Moisés Fraile hijo, quien junto a su padre, Moisés Fraile gestiona la ganadería salmantina de mayor prestigio en este momento en la tauromaquia.
Los precios han bajado
–¿Y hay negocio a precios más baratos?», insiste el moderador.
–«No hemos cambiado los precios en los últimos años –precisa Gallego– Solo llevo cuarenta años en esto, pero en estos tres que llevamos en Valladolid no hemos cambiado los precios. Este año sí. Los vamos a cambiar, pero para abajo, para captar a la juventud. Este es un negocio como otro, pero en el que hay que ser muy aficionado para hacer lo que hacen los matadores y para ser empresario. Aunque estamos aquí para ganar dinero y responder a las necesidades del público. A ver si los jóvenes van a unos precios más baratos. Pero el Impuesto sobre el Valor Añadido nos ha subido al 21%. Empezamos mal.
–Nueva pregunta: ¿Este negocio puede cambiar para mantenerse, debe conservar una tradición?
–«Voy a decir algo que igual resulta impopular» –avisa Carlos Santoyo– «Se le llena a todo el mundo la boca de hablar de cultura. Cuando el cambio de Gobierno se habló de tocar el cielo con el paso al Ministerio de Cultura y todo ha ido a peor. Las corridas de toros han pasado de pagar un IVA del 18% al 21% y las de rejones y novillos del 8% al 21%. ¡Un desastre! Cada pueblo donde hay tradición dicen que hay que blindar la fiesta. Pero la mayoría de ayuntamientos y diputaciones imponen unos pliegos de condiciones prohibitivos para la explotación de sus plazas de toros», critica el periodista. «Y la gente se vuelve loca porque en Valladolid se subvenciona la corrida de San Pedro Regalado, que trae riqueza a la ciudad y se llenan bares y restaurantes, hay novilladas con acceso gratuito a los jóvenes y se regalan entradas que pueden servir para que haya un relevo generacional en los tendidos. Pero nadie dice que en Palencia, en Ávila, en Burgos, por ejemplo, los carteles de toros entran en sus programas de festejos como plato fuerte, cuando no dan un duro, ni una subvención. Lo contrario, si ese coso es del ayuntamiento o de una diputación, cobran a las empresas por arreglarles un programa de la feria.
El nacimiento de una afición
–¿Pero afición sí hay!, ¿Cuándo se para, a la hora de comprar el billete?, plantean a los asistentes.
Leandro Marcos salta al ruedo:
–«Es que a la afición hay que alimentarla o decae. Como matador mi preocupación es doble. Hay toreros que estamos por debajo de las figuras y que con la reducción de festejos tenemos más difícil torear. Los que lidiaban antes veinte corridas al año ahora no llegan a la mitad. El espectáculo se centra cada vez más en las figuras y cuesta más al resto. Y el inicio de esta profesión, que son las novilladas sin caballos, han desaparecido. Es casi imposible que surjan toreros», afirma.
Agrega aquí Santoyo su visión sobre lo que cobran las figuras del toreo. «En tiempos de crisis tienen que ajustar sus cachés. Los ganaderos venden sus corridas al precio de 2001 y el empresario lleva tres años sin tocar los precios, pues tendrán que bajarse de la burra los grandes, no solo los que están en el nivel de Leandro Marcos», comenta.
Manda don dinero
«Aquí todo se basa en el dinero», tercia Ángel Gallego. «Todo cuesta dinero y no necesitamos una subvención, si no sacarlo del cajón. El del toro es un negocio como otro cualquiera, y la forma de ascender de los toreros también. Las novilladas sin caballos son necesarias y las novilladas picadas también».
–¿Y por qué no se hacen?, inquiere el moderador.
–Porque son deficitarias, responde Carlos Santoyo
–En cada novillada sin caballos que organizamos en Valladolid se pierden 48.000 euros, afirma Gallego.
–Pero porque las hacéis por su sitio. Pierden porque las hacen honradamente, que la picaresca también existe, aclara Santoyo.
Cambios en el negocio
Visto desde fuera, el negocio tiene posibilidades de cambiar. Ha surgido un circuito casi paralelo al de los toreros tradicionales con la liga del corte. Hace veinte años no existía y hoy ofrece espectáculos en todas las plazas españolas. ¿Hay fórmulas de cambio en el negocio? Lo explica Ángel Gallego. «El coste de una novillada no tiene nada que ver con el de los espectáculos populares. En una novillada tienes que llevar: Seis muchachos, banderilleros, mozos de espadas, ayuda… ¡que todos tienen que comer! Leandro Marcos, cobre mucho o cobre poco, para mí cobra poco porque se juega la vida delante de un toro, lleva diez personas a su costo. ¡Es que es un empresario!, dice el gerente.
«Cada día que salgo de casa para ir a una corrida de toros parto de unos gastos de cinco mil euros, precisa el matador vallisoletano.
La oportunidad y el futuro
¿Y no sería ahora una de oportunidad, porque hay novillos baratos, y hay gente que podría lidiarlos?
–Pues no, –replica Fraile– porque ¿cuánto cuesta organizar una novillada sin caballos en gastos básicos?, pregunta a Ángel Gallego.
–Unos 30.000 euros, indica el empresario de la plaza vallisoletana.
–Pues el toro serán unos 5.000 euros y el novillero no cobra. El resto son los gastos mínimos.
«Es que cualquier ayuntamiento que suelta su toro desde el cajón puede figurar como empresario» –agrega Gallego–. Viene a la Delegación Territorial, pide su permiso y ya está. Lo lógico sería que no se metiera a empresario en este tema.
«Sí me gustaría destacar pese a todo una cosa. Este es un espectáculo tan grande que aún sin estructura y siendo un desastre sobrevive y vive pese a todo», concluye el palentino Carlos Santoyo.
«Es que mientras haya locos, habrá toros», remata Ángel Gallego.
 
 
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