miércoles, 25 de mayo de 2011

Vargas Llosa irá a los toros en Barcelona para "defender" la fiesta

La Bolsa de Madrid se convirtió ayer, a eso de las nueve y media de la noche, en el epicentro del universo taurino. Un calor agostizo sofocaba el ambiente bajo un cielo otoñal, extraña mezcla que se acoplaba a la perfección a la ceremonia literario-taurina que se oficiaba en la catedral financiera de España: la entrega del premio más importante de los ruedos, el Paquiro, que cada año concede El Cultural de El Mundo. El de 2010 fue a parar a manos de dos de los escritores que cotizan más al alza: Mario Vargas Llosa y Pere Gimferrer. No en vano, a los alcistas bursátiles se les llama "toros".
Poco a poco, iba llegando un hormigueo de toreros, apoderados, empresarios, políticos, periodistas... Y entonces apareció Mario.
Casi todo lo que dijo el Nobel de Literatura en su discurso está contado ya, por ejemplo aquí. Pero hubo más cosas, y muy sustanciosas. En el vestíbulo, Vargas Llosa hizo un alegato a favor de la movilización de los taurinos. Tiene mérito, porque estaba rodeado por un corrillo de periodistas del corazón que sólo se interesaban por los desamores de su hijo con la expareja del hijo de una duquesa.
Aproveché para preguntarle al Nobel hispanoperuano: ¿Va a ir usted a Barcelona, a ver una corrida de toros en el año de la abolición catalana? El autor de Conversación en la Catedral, que rehuyó como pudo las preguntas rosas, sí contestó a ésta: "Voy a tratar de ir a Barcelona, sí. Voy con mucha frecuencia a la ciudad, pero a ver toros, especialmente, no creo haber ido. Este año creo que hay una razón poderosa para hacerlo". Y no sólo una: "Quienes amamos nuestra fiesta y estamos convencidos de que ha enriquecido enormemente nuestra tradición debemos movilizarnos para defender algo que es hermoso y que ha contribuido además a crear muchas obras de arte en todos los campos de la creación y que tiene un arraigo todavía entre muchos aficionados en España, Iberoamérica... ¡y Francia, desde luego, que lo ha declarado un bien nacional!".
Más tarde, Vargas Llosa, el niño que quiso ser matador, resaltó las analogías entre las letras y el toreo, poniendo el ejemplo de Michel Leiris, autor de De la literatura considerada como una tauromaquia. El escritor galo expresó muy bien, en su día, lo que ayer quiso decir Vargas Llosa: "No podía resignarme a ser sólo un literato. El matador que aprovecha el peligro que corre para ser más brillante que nunca y muestra toda la calidad de su estilo en el momento en que está más amenazado: eso es lo que me maravillaba, eso es lo que quería ser". Lo que Leiris quería ser es más Vargas Llosa. No puede haber premio más justo.
"TAUROECONOMÍA"
El Blog de Juanma Lamet

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