Por: Antonio Lorca
Es incuestionable que la fiesta de los toros es una metáfora de la vida. No en vano es el enfrentamiento de un ser humano con lo desconocido; una lucha abierta contra la adversidad; el afán por superar las dificultades y la búsqueda permanente del éxito. Y una semejanza más: son más, muchos más, los que en la persecución del triunfo encuentran el silencio, el olvido y el fracaso. En los toros, como en la vida, son más los perdedores que los triunfadores.
Sebastián Castella entrando a matar / Foto: REUTERS. John Vizcaino |
Guste o no, la filosofía de vida que rodea al mundo del toro forma parte de nuestra idiosincrasia como sociedad. De hecho, no deja de ser curioso cómo el lenguaje de la tauromaquia está incrustado en nuestro quehacer diario.
El pasado sábado, el programa ‘Saca la lengua’, de la 2 de TVE -cuyo objetivo es mostrar la riqueza del idioma español, su variedad terminológica y la curiosidad de las palabras y las expresiones- dedicó su emisión al análisis de la estrecha relación existente entre el lenguaje y los términos propios de la fiesta taurina.
Pero antes de continuar merece la pena recordar una frase de Octavio Paz: ‘El toreo es poesía en movimiento’, de donde se deduce que el toreo es protagonista de un modo de entender la belleza; es algo conmovedor, que afecta al espíritu; una fuente de inspiración, un modo de sentir. Algo inexplicable, tal vez.
Quizá por eso, palabras como armonía, hondura, empaque, gracia, embrujo, sentimiento… son destellos del lenguaje taurino que no pretenden más que contar la belleza intrínseca del toreo.
‘Saca la lengua’ recordó algunas palabras toreras por excelencia, como trapío, valentía, heroicidad, afición, tradición, ejemplar, encaste, bravura, mansedumbre, fijeza, recorrido, autenticidad, integridad, genialidad, entrega, solemnidad, leyenda, ilusión, fiesta,…
Y citó algunas de las expresiones habituales en el habla coloquial. He aquí algunos ejemplos: ponerse el mundo por montera, estar para el arrastre, echar un capote, coger al toro por los cuernos, estar al quite, atarse los machos, caerse del cartel, cortarse la coleta, un lleno hasta la bandera, pinchar en hueso, rematar la faena, vergüenza torera…
Pero hay más, tales como tener mano izquierda, dar una larga cambiada, hacer una faena de aliño, ser un marrajo, hasta el rabo todo es toro, no hay quinto malo, estocada hasta la bola, pegar la ‘espantá’, ver los toros desde la barrera, dar pases de castigo, pasar en falso, tomar el olivo, no tener ni un pase, salir por pies, crecerse en la faena, para desmonterarse, capear el temporal, cambiar de tercio, estar hecho un toro, dar una larga cambiada, un brindis al sol, entrar al trapo, crecerse en el castigo.… Y tantas otras.
‘Estoy para el arrastre, y como no me eches un capote, me va a pillar el toro’; ‘me gustaría ponerme el mundo por montera y coger el toro por los cuernos, pero doy la espantá, me caigo del cartel y me corto la coleta’,…
Como la vida misma; como la fiesta de los toros, una metáfora de nuestra existencia.
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