José Pedro Gómez Ballesteros se nos va de Gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Demasiado duró el melón abierto. Pero era muy cómodo Ballesteros. De muñeco del pim-pam-pum. Carteles impresentables de San Isidro, anda sal tú, Pedro, que a nosotros nos da la risa. Y salía el hombre en nombre de sus jefes del Consejo Taurino, Ignacio González y Pedro Antonio Martín Marín, presidente y vicepresidente de la cosa táurica de la CAM, y le inflaba la prensa a palos. Ballesteros era el can que le ponía más celo en defender a la empresa, para salvaguardar el prestigio de la Comúnidad, que sus propios dueños. Taurovent y Taurodelta le deben quites a mansalva. Sacarino, que a veces maliciosamente yo le llamé así, en honor al mítico botones, interpretaba siempre al mozo de capea que se llevaba al toro pegado al culo al cruzarse sin querer. En la presentación del libro de Rubén Amón lo bordó en Las Ventas al presentar repetidas veces a Juan Luis Cano, de Goma Espuma, como José Luis Cano. "Gracias, Marcelino", le dijo Juan Luis ante el descojone generalizado. Lo echaremos de menos al final. En su currículo se lleva hermosas anécdotas. Ojalá Carlos Abella, el paciente impaciente, el protegido de Pedro Antonio Martín Marín, nos dé menos juego y haga sus labores con mayor listeza. Se evitará derrotes de la prensa siempre vil. Y si los hay, que los sepa encajar. Porque en su sueldo va.
Sin sueldo y escaldada también se va la marquesa de Vega de Anzo. Dicen que fue el único voto en contra de la prórroga de Taurodelta. A Pilar hace tiempo, y no tanto, que le recomendé dimitir. Pero se creía que nadaba en libertad en un mar de tiburones siempre que nadase a favor de corriente. En cuanto ha querido cambiar el rumbo se la han devorado. Pili, hija, te queda la integridad, aunque la hayas desgastado durante un tiempo innecesario. El liberalismo funciona así.
enviado por Javier Salamanca
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